En días recientes, el mundo ha observado con curiosidad y creciente alarma cómo los científicos del Reino Unido describen una variante recién identificada del coronavirus que parece ser más contagiosa que otras más conocidas, además de genéticamente distinta. Los estudios iniciales de la nueva variante ocasionaron que el primer ministro Boris Johnson endureciera las restricciones para la Navidad y exhortara a las autoridades de los Países Bajos, Alemania y otras naciones europeas a prohibir los viajes desde el Reino Unido.
En este momento, la nueva variante es el foco de intensos debates y análisis. Esto es algo de lo que los científicos han descubierto hasta ahora.
¿La variante del Reino Unido es una especie de nuevo supervirus?
No. Solo se trata de una variación de las muchas que han surgido conforme el coronavirus SARS-CoV-2 se ha propagado por el mundo. Las mutaciones se presentan cuando el virus se replica, y esta variante —conocida como B.1.1.7— ya tiene su propio conjunto característico de ellas.
¿Qué tiene de inusual?
La variante llamó la atención de los investigadores en diciembre, cuando comenzó a aparecer con mayor frecuencia en muestras tomadas en regiones del sur de Inglaterra. Resultó que se habían tomado de pacientes desde septiembre.
Cuando los investigadores observaron de cerca su genoma, quedaron impactados por la cantidad relativamente grande de mutaciones que había desarrollado: 23 en total. La mayoría de las mutaciones que surgen en el coronavirus son dañinas para el virus o no tienen ningún efecto. Sin embargo, daba la impresión de que varias de las mutaciones en la B.1.1.7 podrían afectar la forma de propagación del virus.
¿Es más contagioso que otros virus?
Eso parece. En estudios preliminares, los investigadores del Reino Unido encontraron que el virus se está propagando con rapidez en partes del sur de Inglaterra y que está desplazando a una gran cantidad de otras variantes que habían circulado durante meses.
Sin embargo, el hecho de que una cepa del virus se vuelva cada vez más común no es prueba de que se propague con más velocidad que otras. Podría diseminarse solo por cuestiones de azar. Por ejemplo, podría surgir una variante dentro de una ciudad muy poblada, donde se puede transmitir con facilidad y, por lo tanto, crear más copias de sí misma.
No obstante, la evidencia epidemiológica recabada hasta ahora en Inglaterra sí parece sugerir que esta variante es muy buena para propagarse. En los lugares donde se ha vuelto más común, se está disparando la cantidad total de casos de coronavirus. Neil Ferguson, un investigador especializado en salud pública del Imperial College de Londres, considera que la alta tasa de transmisión de esta variante se encuentra entre un 50 y 70 por ciento, en comparación con otras variantes en el Reino Unido.
Algunos científicos han considerado la posibilidad de que el aumento en la transmisión sea el resultado, al menos en parte, de cómo infecta a los niños. Normalmente, los niños son menos propensos a contraer o transmitir el virus que los adolescentes o los adultos. Sin embargo, la nueva cepa podría volver a los niños “tan susceptibles como los adultos”, comentó Wendy Barclay, asesora del gobierno y viróloga del Imperial College de Londres.
¿Provoca una enfermedad más grave?
No hay ninguna evidencia contundente que lo confirme, por lo menos hasta ahora. No obstante, hay razones para tomar en serio la posibilidad. En Sudáfrica, otra cepa del coronavirus ha desarrollado una mutación particular que también se encuentra en la B.1.1.7. Esta variante se está propagando a toda velocidad por las zonas costeras de Sudáfrica. Además, en estudios preliminares, los doctores encontraron que la gente infectada con esta variante es portadora de una carga viral intensificada: una concentración más alta del virus en su tracto respiratorio superior. En muchas enfermedades virales, esto se asocia con síntomas más graves.
¿De dónde viene esta variante inusual?
Hay un debate intenso en torno a esa pregunta. Una posibilidad es que la variante haya desarrollado su serie de nuevas mutaciones al interior de un conjunto especial de huéspedes.
En una infección típica, la gente contrae el coronavirus y se vuelve contagiosa durante unos cuantos días antes de manifestar síntomas. Luego, el virus se vuelve menos abundante en el cuerpo, conforme el sistema inmunitario comanda una defensa. A menos que los pacientes sufran un caso grave COVID-19, suelen librarse del virus por completo en unas pocas semanas como mucho.
No obstante, a veces el virus infecta a gente con sistemas inmunitarios débiles. En sus cuerpos, el virus puede desarrollarse durante meses. Estudios de caso sobre estas personas inmunocomprometidas han demostrado que el virus puede acumular una gran cantidad de mutaciones cuando se replica en sus cuerpos durante un largo periodo.
Algunos investigadores han encontrado que, con el tiempo, la selección natural puede favorecer a los virus mutantes que logran evadir el sistema inmunitario. También han sugerido que la evolución de la variante podría haber recibido un impulso adicional de la medicina que se les da a esos pacientes. Es posible que algunos mutantes tengan tolerancia a fármacos como los anticuerpos monoclonales.
Otros científicos han señalado que el virus tal vez haya desarrollado nuevas mutaciones al propagarse por medio de cierta población animal, como los visones, antes de volver a entrar a la población humana. Estos “reservorios animales” se han vuelto un foco de intenso interés conforme se han ido detectando más infecciones en animales.
¿La variante ya está circulando en Estados Unidos?
Todavía no, hasta donde se sabe. Sin embargo, esto no quiere decir que no haya llegado a Estados Unidos. Los científicos británicos han establecido un sistema mucho mejor para monitorear los coronavirus en busca de mutaciones nuevas. Puede ser que alguien que haya viajado desde el Reino Unido lo haya traído. Ahora que el mundo sabe que debe buscar la variante, podría aparecer en más países.
¿La variante volverá inefectivas las nuevas vacunas?
No. La mayoría de los expertos duda que tenga algún efecto importante en las vacunas, aunque todavía no se puede descartar que pueda haber algún efecto.
La Administración de Alimentos y Medicamentos ha autorizado dos vacunas, una de Moderna y la otra de Pfizer y BioNTech. Ambas vacunas crean inmunidad en contra del coronavirus al enseñarles a nuestros sistemas inmunitarios a crear anticuerpos para una proteína, llamada de espiga, que se encuentra en la superficie del virus. La proteína de espiga se agarra de las células y abre un pasaje hacia su interior. Los anticuerpos producidos en respuesta a las vacunas se pegan a la punta de la espiga. El resultado: los virus no pueden entrar.
Podría ser que una mutación en un coronavirus cambie la forma de sus proteínas de espiga, lo que dificultaría que los anticuerpos se sujeten bien de ellas. Además, de las mutaciones de la B.1.1.7 ocho se encuentran en el gen de espiga. No obstante, nuestros sistemas inmunitarios pueden producir toda una gama de anticuerpos en contra de una sola proteína viral, lo que vuelve menos probable que los virus puedan escapar con facilidad de su ataque. En este momento, los expertos no creen que la variante pueda evadir las vacunas. Para confirmarlo, investigadores del Instituto de Investigación del Ejército Walter Reed están analizando los cambios en la estructura de su proteína de espiga.