La guerra entre bandas en el área metropolitana de Puerto Príncipe ha obligado a miles de haitianos a huir a zonas más seguras, pero su llegada está generando recelo en los lugares de acogida, donde algunos son rechazados por el temor a que haya bandidos entre los desplazados.
Los enfrentamientos entre las pandillas 400 Mawozo y Chen Mechan, que se desataron el pasado 24 de abril, han obligado a por lo menos 9.000 personas a abandonar sus domicilios en las últimas semanas, según el último balance de Naciones Unidas, divulgado la semana pasada.
En los tiroteos han muerto al menos 75 civiles, según la ONU, pero la Red Nacional de Defensa de Derechos Humanos de Haití (Rnddh), una ONG, afirmó este martes que ha contabilizado 148 asesinatos.
SIN INSTALACIONES PARA LOS DESPLAZADOS
El estallido de violencia ha llevado a centenares de personas a buscar refugio en las calles de Puerto Príncipe, donde este martes muchos recibían atención médica por parte de médicos del Ministerio de Salud.
Pero también ha producido un éxodo desde la capital hacia las zonas rurales, regiones donde es más acuciante la falta de infraestructuras y de servicios básicos, por lo que es más difícil brindar asistencia a los desplazados.
Abel Descolines, exdiputado por Mirebalais, comuna a 50 kilómetros al norte de la capital, explicó a Efe que en su región “no hay instalaciones” para recibir a la gente que “se desplaza espontáneamente” mientras las autoridades locales, “sorprendidas por su llegada, no tienen medios para responder”.
En las últimas dos semanas los desplazados “están llegando por decenas y cientos” y se instalan en la plaza pública y en el patio del Hospital Universitario de Mirebalais.
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DESCONFIANZA, MIEDO Y MISERIA
Aunque da la impresión de que es gente “traumatizada” que lo ha perdido todo, “hay desconfianza y miedo”.
“Cuando hay personas que provienen de zonas conflictivas, no se sabe quiénes son buenas y quiénes son malas”, opinó Descolines.
La desconfianza y el miedo se han palpado en iniciativas como la del fiscal de Mirebalais, Gabriel Fleury, que ha obligado a cualquier persona recién llegada a la ciudad a presentar información sobre su identidad en la comisaría de Policía.
La posibilidad de que los beligerantes estén entre los desplazados “crea psicosis” en la población, mientras “la Policía está desbordada por los acontecimientos. Le faltan los medios y la mano de obra”, dijo el exdiputado.
Explicó, además, que los habitantes de la meseta central de Haití “se encuentran en una situación difícil” y en algún momento pueden llegar a la conclusión de que los desplazados incrementan su miseria, lo que puede conducir a actos de violencia.
MEDIDAS PREVENTIVAS
Al igual que en Mirebalais, las autoridades otras ciudades han tomado medidas preventivas ante la llegada de desplazados. El Ayuntamiento de Arcahaie, a 37 kilómetros al noroeste de Puerto Príncipe, anunció que la población que quiera alquilar un espacio o recibir a refugiados debe rellenar un formulario gratuito.
“Esta es una forma de mantener la comuna en paz y seguridad. Quien haga lo contrario se expone a las sanciones previstas por la ley”, señaló la autoridad municipal.
Los ejemplos de las medidas preventivas contra los desplazados se han multiplicado de norte a sur de Haití.
En Anse-à-Pitres, punto más meridional en la frontera con República Dominicana, circula un documento en el que se insta a los ciudadanos a proteger sus hogares: “no alquilemos viviendas a extraños. Ayuda a la Policía a desenmascarar a los desconocidos”.
“En cuanto sospeche que alguien tiene a un extraño en su casa, avise a las autoridades”, agrega el documento, similar a otro circula en la norteña ciudad de Cap-Haitien.