Comenzó atracando para comer y terminó siendo el jefe de una red de sicarios. Más de 500 atracos cometió por su cuenta y una cantidad indescifrable acompañado de otras personas en su natal municipio de Haina,
a quienes dotaba de armas y estrategias para no fallar. unos 200 individuos, hombres y mujeres, adultos y menores de edad hacían lo que él les indicaba. Su primer atraco: Un arma y 8 mil pesos con los que compró dos latas de leche jumbo para sus gemelas recién nacidas, la cena de esa noche y un par de cervecitas. Su primer tumbe, 50 mil pesos que sirvieron para comprar ropa nueva. El mayor movimiento: 400 mil pesos, pero se les volvieron “sal y agua”, dice.
Su móvil: Secuestrar y atracar a capos para quitarle droga o dinero “sucio”, total, ellos eran “ilegales” y no los iban a denunciar.
Su forma de pensar hoy día: “Si pudiera devolver el tiempo…”.
¿Cómo se aprende a atracar?
“Que cómo aprendí a disparar? Oh, en Nueva York. Allá todo el mundo aprende. ¿Y cómo aprendí a atracar? Eso no se aprende. Se hace y punto.