Orlando Jorge Mera quería ser recordado como un hombre honesto. Es lo que pidió para su lápida.
Su amigo y homicida Fausto Miguel de Jesús Cruz de la Mota de alguna manera lo hizo posible, aunque duela.
En su participación en el encuentro de Medios Corripio, Orlando dijo que el ministerio de medio ambiente enfrentaba a mafias violentas que depredan el país y que involucran a militares activos y retirados y a políticos de antes y de ahora.
Siete disparos y una tragedia después nadie duda que la muerte de Jorge Mera está asociada a su ejercicio ministerial y a un posible enfrentamiento ante los negocios de su amigo grancero y armero.
Si la muerte de Jorge Mera no hubiera estado relacionada a un problema ambiental el encuentro entre los amigos habría sido en otro lugar, pero Miguel Cruz fue a visitar al ministro que era amigo, no al amigo a secas.
Los testigos del hecho, amigos mios de La Sierra, indican que el hombre llegó a medio ambiente visiblemente alterado y que la mansedumbre de Orlando le disculpó.
Miguel Cruz es dueño de dos empresas, una armería, que es un negocio en mal momento porque las importaciones de armas están paralizadas y la expedición de licencias ya le costó el puesto a un viceministro de interior.
La otra empresa es una constructora Cruz de la Mota y asociados que no aparece con ninguna actividad.
El hombre que aparece como miembro del famoso CEN del PRD en 2013 es evidente que no estaba en su mejor momento y atendiendo a lo más clásico de la manigua política entendió que su amistad está por encima de la ley.
HOY las redes sociales están llenas de pésames y lamentaciones, pero si buscan lo que han escrito las organizaciones ambientalistas más reputadas ante la muerte del ministro de Medio Ambiente, Orlando Jorge Mera, verán que coinciden en que se esforzó en que se cumpliera la ley y pareciera que murió por eso.