Científicos de Australia y EEUU hallaron rastros del brote epidémico al estudiar la composición genética de los habitantes actuales de esa zona. Lo publicaron hoy en la revista Current Biology.
Hasta diciembre de 2019, los coronavirus habían alcanzado poca atención en la agenda mundial. Hubo epidemias con ese tipo de virus que ahora se llama SARS-COV-1 en 2002 y en 2012 con el MERS. Pero su propagación por el mundo fue controlada y el riesgo de más emergencias por coronavirus dejó de ser una preocupación. Sin embargo, con la pandemia en curso que ya afectó a más de 179 millones de personas en el mundo y produjo más de 3,8 millones de muertes, la investigación científica puso ahora foco en el coronavirus actual y sus variantes, los que aún están en animales y que podrían afectar a los seres humanos, y en el pasado. Porque esos virus existían en el planeta miles de años atrás.
Un grupo de científicos de Australia y los Estados Unidos descubrió ahora que ocurrió una epidemia de coronavirus en Asia Oriental hace 20.000 años. Encontraron las huellas de esa epidemia al hacer un estudio genómico en la composición genética de los habitantes de esa zona. El trabajo se publicó esta semana en la revista Current Biology.
En los últimos 20 años se produjeron tres brotes de coronavirus graves epidémicos: El SARS-CoV que dio lugar al Síndrome Respiratorio Agudo Severo, originado en China en 2002 y que mató a más de 800 personas. Más adelante, fue el MERS-CoV que dio lugar al Síndrome Respiratorio de Oriente Medio, que mató a más de 850 personas, y el SARS-CoV-2 que dio lugar a la enfermedad COVID-19.
Pero el nuevo estudio de la evolución del genoma humano ha revelado ahora que otra gran epidemia de coronavirus estalló miles de años antes. El profesor Kirill Alexandrov, de la Alianza de Biología Sintética CSIRO-QUT y del Centro de Genómica y Salud Personalizada de la QUT de Australia, trabajó con un equipo de investigadores de la Universidad de Arizona, la Universidad de California en San Francisco y la Universidad de Adelaida.
Consultada por Infobae, la presidenta de la Sociedad Argentina de Virología, Lucía Cavallaro, quien es profesora titular de la Cátedra de Virología de la Facultad de Farmacia y Bioquímica de la Universidad de Buenos Aires, comentó: “Dos coronavirus se describieron a mediados de los años sesenta. Otros dos similares en 2004 y 2005. Se los asociaba a resfríos comunes. En 2002 y 2012 hubo otros coronavirus que dieron lugar a epidemias. En el caso del MERS aún no se lo erradicó, pero las muertes que causó no superaron las 900. No estaba demostrado que algún tipo de coronavirus estuviera asociado a una pandemia con tan elevado número de casos de afectados y muertes como la que se observa con la enfermedad del COVID-19”.
Según Cavallaro, “los coronavirus asociados a resfríos eran endémicos y generaban cuadros respiratorios que no llegaban al diagnóstico por su bajo impacto en salud pública. Pero representan un número importante. Las epidemias de 2002 y de 2012 por coronavirus se pudieron controlar rápidamente, y quizá eso desalentó la inversión en el desarrollo de más investigación sobre esos virus y tratamientos durante la última década. A partir de ahora, considero que cambiará significativamente la atención sobre los coronavirus. Uno de los focos será la vigilancia de los animales, como las diferentes especies de murciélagos, que pueden ser reservorios de coronavirus”.
El investigador australiano comentó cómo se hizo el estudio para descubrir la epidemia de hace más de 20.000 años. “El genoma humano moderno contiene información evolutiva que se remonta a decenas de miles de años, al igual que el estudio de los anillos de un árbol nos da una idea de las condiciones que experimentó mientras crecía”, dijo el profesor Alexandrov. En el estudio, los investigadores utilizaron datos del Proyecto 1000 Genomas, que es el mayor catálogo público de variación genética humana común, y observaron los cambios en los genes humanos que codifican las proteínas que interactúan con el SARS-CoV-2.
Después, los investigadores sintetizaron proteínas humanas y del virus SARS-CoV-2, sin utilizar células vivas, y demostraron que interactuaban directa y específicamente señalando la naturaleza conservada del mecanismo que los coronavirus utilizan para la invasión celular.
“Los científicos computacionales del equipo aplicaron el análisis evolutivo al conjunto de datos genómicos humanos para descubrir pruebas de que los antepasados de los pueblos de Asia oriental experimentaron una epidemia de una enfermedad inducida por un coranvirus similiar al COVID-19”, precisó el profesor Alexandrov.
Los pueblos de Asia Oriental proceden de la zona que hoy es China, Japón, Mongolia, Corea del Norte, Corea del Sur y Taiwán. “En el transcurso de la epidemia, la selección natural favoreció las variantes de los genes humanos relacionados con la patogénesis, con cambios adaptativos que presumiblemente condujeron a una enfermedad menos grave”, dijo el profesor Alexandrov.
Los científicos argumentaron que hicieron el rastreo de los coronavirus en el pasado porque puede aportar pistas para entender la pandemia actual y actuar para la prevención en el futuro. “Al desarrollar una mayor comprensión de los antiguos enemigos virales, ganamos en comprensión de cómo los genomas de las diferentes poblaciones humanas se adaptaron a los virus que han sido reconocidos recientemente como un importante motor de la evolución humana”, sostuvo Alexandrov.
“Otra consecuencia importante de esta investigación es la capacidad de identificar los virus que han causado epidemias en un pasado lejano y que podrían hacerlo en el futuro. Esto, en principio, nos permite recopilar una lista de virus potencialmente peligrosos y luego desarrollar diagnósticos, vacunas y medicamentos para el caso de que vuelvan”, enfatizó el investigador.
Antes de que se produjera la pandemia actual, hubo alerta de la comunidad científica que no fueron escuchadas. En 2007, científicos de Corea del Sur habían publicado un trabajo en el que consideraban que los coronavirus eran una “bomba de tiempo”. En setiembre de 2019, también hubo otro alerta por la posibilidad de pandemia por virus respiratorios.
“Una pandemia global en esa escala que sería catastrófica, creando caos generalizado, inestabilidad e inseguridad. El mundo no está preparado”, habían afirmado en el reporte publicado por la Junta de Monitorieo de Preparación Global, que estaba liderada por la ex directora de la OMS, la noruega Gro Harlem Brundtland. En su advertencia, los expertos tuvieron en cuenta que entre 2011 y 2018 se registraron 1483 eventos en 172 países, como las epidemias del Ébola, zika, fiebre amarilla, sarampión, entre otras. “El mundo no está preparado para una pandemia por patógeno respiratorio virulento y rápido”, habían afirmado y reclamado que los líderes mundiales implementaran medidas en 2019.
Los coronavirus toman su nombre de los característicos con puntas redondeadas que decoran su superficie, que recuerdan a los virólogos el aspecto de la atmósfera solar, conocida como “corona”. Varios coronavirus infectan a numerosas especies, pero los primeros coronavirus humanos no se descubrieron hasta mediados de la década de 1960. “Fue una especie de época dorada de la virología, porque en ese momento se dispuso de la tecnología necesaria para cultivar virus en el laboratorio y estudiarlos”, afirmó el pediatra del Centro Médico Southwestern de la Universidad de Texas, Jeffrey Kahn, que estudia los virus respiratorios. Pero los dos coronavirus que se identificaron entonces, el OC43 y el 229E, no despertaron mucho interés en la investigación, dijo Kahn, que escribió una revisión sobre los coronavirus unos años después del brote de SARS de 2003. “No creo que se hiciera un gran esfuerzo para fabricar vacunas contra ellos porque se pensaba que eran más una molestia que otra cosa”.
Esos virus causan los típicos síntomas del resfriado, como dolor de garganta, tos y congestión nasal, y parecían ser muy comunes. Según informó la revista The Scientist, un primer estudio estimó que el 3% de las enfermedades respiratorias en un hogar infantil de Georgia durante siete años en la década de 1960 habían sido causadas por el OC43, y un estudio de 1986 sobre niños y adultos en el norte de Italia descubrió que era raro encontrarse con un sujeto que no tuviera anticuerpos contra ese virus (un indicador de una infección anterior).