La soberbia de YANALAN (Jean Alain Rodríguez) se impuso sobre su estrategia de defensa. Dejar plátanos para que fuera esto lo que encontraran en su caja fuerte indica claramente que se sabía investigado y quiso reírse del Ministerio Público.
Su estrategia iba bien. El juicio fue cerrado mientras el ministerio público contaba las imputaciones en su contra y abierto para cuando el se defendía. Sus redes hablaban de “cuando abriera la boca” la abrió y no pasó nada.
No hubo novedad más allá que argumentar la falsificación de una firma que en privado, en la sesión anterior, había reconocido como suya. El hombre que fracasó en tres intentos de salir del país dice que no quiere irse y que aquí se quedará. Lo nuevo es que no aguanta el calor, que dice ha dormido en el piso porque no aguanta las camas que el mismo compró e instaló.
A las tres, la jueza definirá su futuro inmediato y puede ser en cualquier dirección. Lo que queda cómo hecho es el enorme rechazo de esta sociedad hacia ese hombre que se creyó por encima de todo y de todos.
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