El cuándo y el cómo se decidió asesinar a Orlando requiere hablar del rol del siniestro coronel Ernesto Cruz Brea, jefe de inteligencia de grupo militar balaguerista más comprometido con la Agencia Central de Inteligencia de EE.UU
A Cruz Brea, en su columna Microscopio, el propio Orlando Martínez se refirió como el oficial encargado de coleccionar sus escritos y de darle seguimiento para estimular el crimen.
Incluso señaló que si algo le pasara, si era asesinado, solicitaba que ese coronel fuera investigado; siempre estableciendo los vínculos de este señor con el Grupo del General Enrique Pérez y Pérez comprometido con la invasión militar estadounidense de 1965 y con el Terrorismo de Estado desatado en los años posteriores
Justamente la primera amenaza escrita recibida por Orlando, fue a raíz de su valiente denuncia sobre las circunstancias que rodeaban al asesinato del periodista Gregorio García Castro y el proceso de investigación del mismo. Ese crimen precisamente se produjo en 1973, siendo Cruz Brea Jefe de la Policía Nacional, y lo ejecutaron agentes del Servicio Secreto a su servicio.
El Escuadrón de la Muerte que le envió el panfleto a Orlando lo calzó con el nombre PANTERA NEGRA.
Gregorio García Castro tenía vínculos de amistad con el general Neit Nivas Seijas, quien encabezaba otro grupo militar enfrentado al del General Pérez y Pérez, ambos subordinados al Presidente Balaguer.
A raíz de ese hecho, Orlando denunció con todos sus detalles el encontronazo entre Nivas Seijas y Cruz Brea en el Palacio Nacional y dio pistas sobre los que asesinaron a García Castro, lo que determinó la referida amenaza de muerte en su contra; la cual movió diversos reacciones de solidaridad y protección, que detuvieron temporalmente a los sicarios de Pérez y Pérez y Cruz Brea.
La intención de todas maneras se mantuvo viva y fue más tarde, a raíz de aquel artículo titulado “¿Por qué no doctor Balaguer?”, publicado en El Nacional de Ahora el 25 de febrero de 1975, cuando se reactivó persistentemente el operativo para matarlo.
En ese artículo, lleno de indignación por el atropello de que había sido víctima el gran pintor revolucionario Silvano Lora en ocasión de su deportación en el Aeropuerto las Américas, Orlando exhortó a Balaguer a subirse en un avión y largarse del país, junto todos sus funcionarios corruptos, calieses y asesinos.
El coronel Cruz Brea se lo llevó personalmente a Balaguer planteándose que ya eso “no se podía permitir”. Y Balaguer no lo detuvo, lo que se tradujo en luz verde para el atentado.
· EL CONCILIABULO DEL CRIMEN.
La reunión del Estado Mayor de las Fuerzas Armadas con esos fines no tardó en producirse: el 8 de marzo de 1975 se encontraron en la Secretaría de las Fuerzas Armadas los generales Jiménez, Pérez y Pérez, Lluberes Montás y Logroño Contín, el primero Secretario de Estado de las Fuerzas Armadas y los otros jefes de Estado Mayor del Ejército, la Fuerza Aérea y la Marina de Guerra respectivamente.
El encargado de dar las instrucciones a Pou Castro para que montara el equipo criminal, junto al coronel Isidoro Martínez de la FAD, fue el general Lluberes Montás. Así lo confesó Pou Castro en los interrogatorios publicados.
En vista de la necesidad de reforzar el operativo y específicamente de incorporar a ese Staff a Mariano Cabrera Durán, experto tirador, se le solicitó al general Jiménez hijo que instruyera al jefe del J2 de las FFAA, coronel Abreu Rodríguez, para esa selección, dado que el referido sicario estaba asignado a ese organismo. Esa instrucción también fue dada personalmente por el general Ramón Emilio Jiménez hijo y eso también consta en uno de los interrogatorios a Pou Castro.
Esos hechos y esas confesiones dejan bien claro que se trató de un asesinato de Estado, consultado con el presidente de la República, decidido en Estado Mayor de las FFAA y ejecutado por dos grupos operativos: uno de contención dirigido por el coronel Isidoro Martínez y otro encargado de la acción directa, de la ejecución del crimen, comandado por el entonces Mayor (posteriormente ascendido a general por el Gobierno de Jorge Blanco), Joaquín Pou Castro (alias Ñoño).
El día escogido fue el 17 de marzo de 1975 y los detalles del seguimiento y de la operación constan en el expediente acusatorio.
En la labor de rastreo (seguimiento a Orlando) participó el coronel Sánchez Guzmán; asignado a la escolta del canciller Víctor Gómez Bergés.
Sánchez Guzmán murió posteriormente en un extraño y sospechoso accidente automovilístico.
Tras estos protagonistas de la cultura de la muerte, siempre los hilos menos visibles de la manipulación de sus horripilantes ejecuciones tenían como centro el Despacho del heredero del tirano Rafael Leónidas Trujillo, apadrinado por EEUU inmediatamente después de la intervención militar de 1965: Joaquín Amparo Balaguer Ricardo.