El popular cantante y compositor Michel «El Buenon», considerado el salsero más cotizado, es un hombre de gran corazón y con una historia digna de admirar, pues a pesar de todas las vicisitudes que pasó durante su infancia y juventud llegó a ser grande, tal y como le inculcó su abuela Doña Crisiana.
Miguel Batista, su nombre de pila, describe su niñez como «terrible». Es el mayor de seis hermanos, tres hembras y tres varones, de estos últimos dos murieron, uno cuando nació y el otro muy joven en un accidente.
Su madre quedó embarazada a los 13 años y el padre de esta al saberlo la echó de la casa y fue a parar a otros hogares de donde también fue echada. Al final tuvo al bebé (Michel El buenon) en la calle y lo abandonó.
«De madrugada un sereno vio a la criatura llorando en el basurero y llamó a una partera llamada Taya, quien cogió el bebé y lo limpió. Luego empezaron a buscar a la madre del recién nacido. En el Batey 7 de Barahona solo habían dos embarazadas, así descubrieron de quien era el niño», expresó el artista.
El ganador de tres premios Casandra dijo con tristeza que su madre después de parir, frustrada por su situación, se escondió lejos de todo.
«La vida mía ha sido toda una película. Fueron con el niño donde mi abuela y le dijeron que esa criatura era su nieto y ella empezó a llorar y le dijo a su esposo («yo boté a mi hija por ti, pero a mi nieto no lo puedo botar»), luego recogió sus cosas, dejó a su esposo y se fue a vivir donde su madre con el bebé», narra el salsero.
Entrevistado anoche en el programa Encuentro Informal, que conducen los comunicadores Julio Martínez Pozo y Mildred Charlot, y que se transmite cada sábado por Antena 21, Michel «El Buenon» cuenta que su madre apareció dos años después.
Hasta los siete años de edad el cantautor creyó que su abuela Doña Cristiana era su madre. A los siete años descubrió la verdad, al escuchar una conversación entre su madre y su abuela desde detrás de una puerta, se fue de la casa entristecido, tomó un camión que venía a la capital y llegó al kilómetro cero que es el Parque Independencia.
A partir de ahí fue que conoció a Doña Trina en la calle El Conde, a quien ayudaba a cruzar la calle, a esta señora le contó una historia de que había cruzado la frontera y que mi padre y mi madre habían muerto».
Doña Trina lo acogió en su casa y nueve meses después la abuela, Doña Crisiana, pudo encontrar a Michel a través de un barahonero, y contarle a Trina todo lo que había pasado en realidad. Ambas empezaron a llorar, según cuenta el artista. Así es como la señora Trina se convirtió en su segunda madre, y le enseñó a leer y a escribir.
Pese a todo lo sucedido el salsero entendió con el tiempo que no tenía nada que perdonar porque sus padres no le hicieron nada y que era él quien tenía y quería pedir perdón. Entendía todo lo que su madre pasó con la adolescencia. «Yo no pedí nacer, pero creo que mi madre y mi abuela no tienen la culpa de lo que me pasó».
En el batey de Barahona el cantante aprendió creole y en la iglesia con un profesor aprendió francés, portugués y un poco de inglés.