Ayer publicamos una imagen de una funda de alimentos del plan social con una foto del diputado perremeista por Puerto Plata, Emil Durán. Ayer se informó que el también diputado perremeista, Miguel Gutiérrez, preso en La Florida, había comido sus propios excrementos o sea su mierda en interés de ser declarado incompetente para continuar el proceso judicial en su contra por narcotráfico.
Lo primero viola la ley y repite las prácticas que durante décadas han tenido los políticos dominicanos que utilizan el poder para quedarse o perpetuarse en el poder. Lo que hizo Emil Durán es lo mismo que lo que hizo Lucía Medina con las Mochilas de educación pero en chiquito.
Lo del legislador apresado en Florida, es de libros. Frente a situaciones de esa naturaleza y denuncias de legisladores vinculados a la venta de permisos de toda naturaleza, el senado aprueba una ley, orgánica, que defiende lo que la senadora de Bahoruco, su proponente, considera el derecho al buen nombre.
El proyecto de la perremeista por Bahoruco, Melania Salvador, establece que “Los periodistas que publiquen imágenes, vídeos o informen sobre las acciones de los políticos, funcionarios o cualquier otra persona sin autorización previa, enfrentarían demandas penales y civiles y las condenas quedarían a discrecionalidad de un juez” Si le aplicamos ese precepto a los casos que inician este comentario tendríamos que pedirle permiso a los diputados Vásquez y Gutiérrez para publicar las informaciones sobre sus actos en la vida pública.
El proyecto de Salvador fue aprobado ya en el Senado y segurito que pasará de aire en la Cámara de Diputados. Es evidente que los legisladores se sienten muy cómodos con este proyecto que considera a los comunicadores como «intrusos», en caso de que hagan pública la ocurrencia de un hecho sin el permiso correspondiente de los involucrados.
Los perremeistas se sentían muy cómodos cuando denunciamos las corruptela del PLD y celebraban el trabajo de los escasos periodistas que asumimos una postura crítica hacia la corrupción de los morados. Ahora eso molesta. Las Encuestas que conozco indican que mientras el presidente tiene una aceptación que supera el 60 por ciento, el PRM no llega al 40 y con esas expectativas es muy probable que cambie el mapa de congreso y municipios porque ese partido es como la cosa aquella que no coge cabeza.